"El saber Sí ocupa lugar"
Y ese lugar es, sin duda, una biblioteca. Y la que estábamos buscando es la Biblioteca Andalusí de Tomboctú en Malí.
Ismael Diadié Haidara es el último descendiente y la memoria de una familia que ha conseguido aglutinar a lo largo de más de cinco siglos y medio el mayor fondo histórico-documental andalusí: el Fondo Kati.
Los documentos que forman el fondo tienen sus orígenes en Toledo. A mediados del siglo XV, alrededor de 1468, huyó de esta ciudad, debido a los llamados “Fuegos de la Magdalena”, el juez musulmán Ali ben Ziyad, llevando consigo un tesoro de legajos que después aumentó en sus viajes por África hasta su llegada a Tombuctú, donde se instaló.
Tras arribar al continente africano, Ali ben Ziyad viajaría por las regiones subsaharianas e iría aumentando su biblioteca con adquisiciones bien documentadas de manuscritos de las caravanas que las portaban como buena moneda de cambio. Pero no sólo eso, sino que también decidiría viajar a La Meca como peregrinación y, a su vuelta, se establecería en la ciudad de Gumbu, capital del antiguo Imperio de Ghana. En esta ciudad Ali ben Ziyad abriría varias hospederías para alojar a los comerciantes que hacían escala en la ciudad por ser un centro de paso caravanero.
No abandonaría su faceta de hombre de leyes y amante de los libros, ejerciendo de jurisconsulto y aumentando la biblioteca que trajera de Toledo. Sus actividades económicas le permitieron casarse con una miembro de la familia imperial, Khadija, sobrina del emperador Sonni Ali Ber. Esta unión servirá de precedente para marcar una tendencia que se iría confirmando posteriormente: la unión de hispanos de prestigio con familias poderosas de África.
De la prole de Ali ben Ziyad, el primogénito fue Mahmud Kati, el primero de los Quti africanos de la Curva del Níger. Al final de su vida, casi centenaria, abandonó Tindirma, dejando el cargo de cadí a su hijo primogénito, Ismael Kati.
Los Kati emparentaron con la familia imperial y se integraron plenamente en la sociedad de uno de los mayores imperios islámicos de la historia, los Songhay.
El fondo Kati lo integran más de 12.000 manuscritos, escritos fundamentalmente en árabe, castellano antiguo, francés y hebreo, que datan desde el siglo XII hasta el XIX, de entre los que podemos destacar cerca de cuatrocientos de origen andalusí. Estos permiten conocer las relaciones entre Sudán y Al-Ándalus desde una perspectiva diferente. También alberga transcripciones manuscritas de gran valor, de variada temática, desde tratados de medicina, astrología, matemáticas, filosofía, teología o derecho, junto a obras históricas, prosa y poesía. Hay además una gran cantidad de documentos que recogen actas notariales, transacciones comerciales y parte de la correspondencia imperial de los Askia y de la misma familia Kati. Cada generación conservó y alimentó la biblioteca con sus propios libros, pero durante el siglo XIX, ante el temor de que la inestabilidad en la zona pusiese en peligro el legado, los fondos se distribuyeron entre miembros dispersos del clan. La mayoría de los manuscritos quedaron ocultos, enterrados en el desierto en aldeas a las afueras de Tombuctú. Los escondieron tan bien, que, durante los años del colonialismo, los franceses los buscaron con mucho interés y poco éxito, hasta el punto de que llegaron a pensar que aquella historia de papeles ocultos bajo la arena era un mito. El Dorado de Tombuctú.
La Biblioteca Andalusí de Tombuctú se llama en realidad José Ángel Valente. La familia dueña de los textos lo quiso así en reconocimiento del apoyo que prestó el poeta gallego a la reunificación y conservación de estos documentos. Valente fue el impulsor de un manifiesto publicado en febrero de 2000 y suscrito, entre otros, por José Saramago, Antonio Muñoz Molina y Juan Goytisolo, para pedir la salvación del fondo. El poeta falleció ese mismo año sin ver el fruto de su empeño, que sí se hizo realidad dos años después, cuando la Junta de Andalucía se sumó al proyecto dándole a la familia Kati lo que necesitaba: un edificio donde, por fin, ordenar y conservar los históricos manuscritos.
En 2002 la Junta de Andalucía firmó un acuerdo con el clan Kati para colaborar en la conservación del Fondo Kati. Manuscritos, incunables y libros que tienen un valor incalculable y que constituyen una colección única para conocer la historia de Al-Ándalus.
En 2012, el Fondo Kati debió abandonar su sede natal, en la Biblioteca Andalusí de Tombuctú, debido a la toma de la ciudad por parte de grupos islamistas radicales. Actualmente se encuentra disperso en baúles bajo llave en lugares secretos para su protección.
Los acertantes han sido
- Antonio José García Martínez
- María José Cano Vicente
- Vanessa Ortiz Navarro
- Mª Dolores Hernández Mayor
- Fernando Molina Molina
- Arielle Beyaert
- Loly López Palazón
- Víctor Molina Moreno
- Emilia Vicente Albaladejo
- María Jesús Fernández García
- Rosario López Funes
- Arielle Beyaert
- Loly López Palazón
- Fernando Molina MolinaConoceremos al ganador o ganadora del concurso mediante un sorteo que se realizará en los próximos días. Gracias por participar.
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